Tras varios meses de espera, los estudios confirmaron que el joven de 30 años que hace un año apareció ahogado en un arroyo tras estar 28 días desaparecido falleció de asfixia por inmersión.
El resultado de los últimos estudios de laboratorio, que fueron remitidos hace más de 10 meses a Buenos Aires, confirmaron que Ricardo Codina, el joven de 30 años que en agosto del año pasado apareció ahogado en el arroyo tras estar 28 días desaparecido, falleció de asfixia por inmersión, y que durante todo ese lapso estuvo sumergido en las aguas del lugar.
Para la Justicia estas últimas pruebas y el informe realizado en base a ellas por los forenses, así como también la constatación de las condiciones naturales del cauce del arroyo, fueron determinantes para poner punto final a la investigación y develar todas las dudas que se habían generado en torno al caso.
Ocurre que si bien desde el principio no había ninguna hipótesis que indicara que la desaparición del joven se hubiera dado en el marco de un episodio delictivo, ni el cuerpo, una vez hallado, presentaba signos de violencia, el lugar céntrico en el que se ubica el tramo en el que fue encontrado y su poca profundidad hicieron crecer las especulaciones. Incluso la familia y los allegados en su momento hablaron de la posibilidad de que el cadáver hubiera sido “plantado” en el lugar.
Ahora, altas fuentes de la fiscalía precisaron que dio positivo el estudio efectuado en Buenos Aires para evaluar si la variedad de algas del tipo diatomea encontradas en el arroyo eran las mismas que se encontraron en el interior del cadáver del joven. Ese examen no sólo indicó que el muchacho se habría muerto ahogado en aguas del lugar, sino que permaneció allí entre 22 y 41 días, a una temperatura de entre 3 y 7 grados.
El dato, entonces, fijó la data de la muerte la misma noche de la desaparición, es decir, el 12 de julio de 2016. Desde esa fecha hasta el 9 de agosto del mismo año en el que fue encontrado, se corroboró que estuvo en el cauce.
Se reveló además el motivo que provocó que , si bien el estado de descomposición era avanzado, tras casi un mes de búsqueda la degradación del cuerpo no fuera tanta. Es que las bajas temperaturas contribuyeron a conservarlo.
También fueron resueltos los cuestionamientos generados en torno al lugar en el que se encontró, que había sido rastrillado por buzos tácticos en varias oportunidades y constituye una zona céntrica y playa, donde pega el sol, en la que se presumía que cualquier cosa ajena a la naturaleza sería detectada por cualquiera que pasara.
Las mismas fuentes precisaron que la empresa Aguas Rionegrinas facilitó un croquis del cauce del arroyo. Específicamente, del sector ubicado debajo del puente José María Casas. Allí se determinó que existe una cuenca disipadora de energía que tiene más de 2 metros de profundidad, y que saliendo de esa fosa la profundidad vuelve a disminuir, quedando en 30 cm. En ese punto los buzos no incursionaron. Ahora se cree que el cuerpo de Codina, tras caer, quedó atrapado allí, y luego emergió por fenómenos naturales, provocados por la misma fuerza del agua que, tras las lluvias, aumentó su caudal. De hecho, la cuenca queda a una cuadra de distancia de donde se encontró, al día siguiente de su desaparición, el celular de Ricardo. (Fuente: rionegro.com.ar)